Prevalencia de problemas de salud periimplantaria

El pasado 8 de abril, la Sociedad Española de Periodoncia emitió una nota de prensa comunicando que había adaptado la guía de práctica clínica de la Federación Europea de Periodoncia (EFP). Esto no hace más que reforzar la importancia de la salud periimplantaria y el esfuerzo que Ticare lleva realizando en informar y concienciar sobre esta problemática.

SEPA ha creado las Recomendaciones europeas, adaptadas a España, para optimizar la prevención y tratamiento de las enfermedades periimplantarias. Esto no es un documento baladí, ya que en esta guía se plantean preguntas específicas, con respuestas consensuadas y con recomendaciones adaptadas a la situación en España, que parten de un riguroso proceso de toma de decisiones basado en la evidencia científica y centrado en el paciente.

Pero, ¿Cuál es la dimensión real de la problemática en torno a la salud periimplantaria? Para responder a esta pregunta existe un término: la prevalencia.

Diferencia entre prevalencia e incidencia

La prevalencia es un término que se usó a diario durante la pandemia del COVID-19 pero que, con suerte, puede que ya hayas olvidado. En epidemiología, se denomina prevalencia a la proporción de individuos de un grupo o una población que presentan una característica o evento determinado en un momento o en un período determinado. Por lo general, se expresa como una fracción, un porcentaje o un número de casos por cada 10.000 o 100.000 personas. Es decir, es una medida de cuán común es un evento, en este caso una enfermedad, dentro de una población. Si es más común, tendrá más prevalencia; si es menos común, tendrá menos prevalencia.

Mientras que la prevalencia apunta a los casos existentes, la incidencia considera los casos nuevos de una enfermedad en una población determinada y en un periodo determinado. La prevalencia se refiere a todos los individuos afectados, independientemente de la fecha de contracción de la enfermedad. La prevalencia responde a «¿Cuántas personas tienen esta enfermedad en este momento?» o «¿Cuántas personas han tenido esta enfermedad durante este período de tiempo?». La incidencia responde a «¿Cuántas personas adquirieron la enfermedad durante [un período de tiempo específico]?»

Una enfermedad de larga duración que se extiende ampliamente en una comunidad en 2002 tendrá una alta prevalencia en 2003 (asumiendo como duración larga un año o más), pero puede tener, sin embargo, una tasa de incidencia baja en 2003. Así, la prevalencia es un parámetro útil cuando se habla de enfermedades duraderas, como el VIH, pero la incidencia es más útil cuando se habla de enfermedades de corta duración, como la varicela.

Los datos

Durante el XI European Workshop on Periodontology (2014), titulado “Prevención efectiva de las enfermedades periodontales y periimplantarias” se seleccionaron once estudios y los metaanálisis mostraron una prevalencia aproximada a nivel de paciente del 43 % (intervalo de confianza del 95 % – CI [32; 54]) para la mucositis periimplantaria y del 22 % (CI del 95 % [14; 30]) para la periimplantitis (Derks & Tomasi, 2015) Otra revisión sistemática de 47 estudios observó una prevalencia del 46,83 % (CI del 95 % [38,30; 55,36]) para la mucositis periimplantaria y del 19,83 % (CI del 95 % [15,38; 24,27) para la periimplantitis (Lee, Huang, Zhu, & Weltman, 2017).

Sin embargo, la prevalencia notificada de periimplantitis varía enormemente en la bibliografía (Atieh, Alsabeeha, Faggion y Duncan, 2013; Salvi, Cosgarea y Sculean, 2017) y oscila entre el 4 % y el 45 % (Derks, 2015). Sin embargo, se cree que esta variabilidad refleja principalmente discrepancias en la definición de periimplantitis entre los estudios, más que verdaderas diferencias en la prevalencia entre las poblaciones. La definición de periimplantitis se complica aún más por la multitud de diseños de implantes, características de la superficie y protocolos quirúrgicos y de carga, que no facilitan una determinación inequívoca de qué nivel de pérdida ósea crestal alrededor de la parte coronal del implante significa remodelación adaptativa en lugar de un proceso destructivo indicativo de periimplantitis. Sin embargo, en el reporte del 2017 World Workshop on the Classification of Periodontal and Peri-Implant Diseases and Conditions escrito por los principales autores del campo de la odontología, se abordó la periimplantitis con el fin de universalizar su definición. Así, se determinó que la periimplantitis es la combinación de presencia de hemorragia y/o supuración al sondaje suave, profundidades de sondaje ≥6 mm y niveles óseos ≥3 mm apicales de la porción más coronal de la parte intraósea del implante.

En un artículo de 2018 del grupo de David Herrera de la Universidad Complutense de Madrid, se obtuvieron los siguientes datos de prevalencia de problemas periimplantarios en España. A nivel de implante, las prevalencias de mucositis periimplantaria y periimplantitis fueron del 27 % (intervalo de confianza [IC] del 95 %: 22-32) y del 20% (IC del 95 %: 15-24), respectivamente. A nivel de paciente, las prevalencias fueron del 27 % (22-32), 24 % (19-29) y 18 % (13-22), respectivamente. En conclusión, la prevalencia de enfermedades periimplantarias en España fue del 27% para la mucositis periimplantaria y del 24% para la periimplantitis, a nivel de sujetos (Rodrigo et al. 2018).

Factores de riesgo que explican esta prevalencia

En la literatura se han identificado varios factores de riesgo de periimplantitis, que van desde elementos retentivos de biopelículas microbianas asociados al diseño de la prótesis implantosoportada, hasta predisposiciones sistémicas y exposiciones ambientales como la periodontitis preexistente o el tabaquismo (Heitz-Mayfield &; Huynh-Ba, 2009; Saaby, Karring, Schou, & Isidor, 2016). Por su parte, Rodrigo et al. 2018 encontraron asociaciones estadísticamente significativas para la periimplantitis (p < 0,10) para el sexo femenino, la falta de tratamiento de apoyo periimplantario regular, el diámetro estrecho y la superficie poco rugosa del implante, y siendo la asociación más fuerte la ubicación anteroinferior de los implantes, el tipo de prótesis completa fija y la falta de acceso a la higiene interproximal.

Con esto, las pruebas reflejan una incidencia sostenida y preocupante de periimplantitis, que actualmente carece de un protocolo de tratamiento predecible. Para reducir al mínimo la aparición de periimplantitis, es fundamental realizar una evaluación exhaustiva de los riesgos que tenga en cuenta la modificación de los mismos, el cumplimiento de los protocolos quirúrgicos y restauradores establecidos y un estricto programa de mantenimiento.

Pedro López Gómez, PhD

Técnico de I+D de Ticare

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